El término “woke” tiene sus raíces en la lucha antirracista afroestadounidense, pero ha sido desvirtuado por la derecha conservadora. Desde sus orígenes describe la conciencia sobre las injusticias raciales, pero figuras como Elon Musk ahora lo llaman un “virus”.
Por: Pagina/12
La polémica frase de Elon Musk contra su propia hija trae consigo un concepto poco conocido en el vocabulario nacional. El significado original del término “woke” está vinculado a la lucha antirracista en EE.UU; tiene sus orígenes en la cultura afroestadounidense y se usaba originalmente como una forma de describir a alguien que estaba “despierto” o consciente de las injusticias y la opresión que enfrentan las personas negras.
En la década de 2010, el término “woke” comenzó a usarse más ampliamente, en particular en relación con el movimiento Black Lives Matter y las protestas contra la brutalidad policial y la discriminación racial en los Estados Unidos. En ese contexto, “woke” se convirtió en una forma de describir a alguien que, más allá de su identidad, estaba activamente comprometido en la lucha contra el racismo. A partir de entonces, el término se ha extendido para incluir la consciencia sobre otras formas de opresión.
El término “woke” es un anglicismo que se ha adoptado ampliamente en muchos idiomas y culturas. En español no existe una traducción única y precisa, sin embargo, se puede entender como “estar despierto” o “estar alerta” de las desigualdades sociales y de la necesidad de dar lucha contra la opresión y actuar en consecuencia. En algunos contextos, se utiliza el término “consciente” como una traducción aproximada.
Hoy la ultra derecha lo utiliza de forma despectiva para denostar a sus críticos. No quieren que nadie esté “despierto”.
¿De dónde viene el término woke?
“Woke” tiene una historia de casi cien años. Quedó registrada por primera vez en 1938, en una entrevista al blusero afroestadounidense Lead Belly donde explicaba de qué se trataba su canción de protesta llamada “Scottsboro boys”. La canción denunciaba el racismo y la violencia racial de Alabama, estado donde nueve adolescentes afroestadounidenses del pueblo de Scottsboro, habían sido falsamente acusados de violar a dos jóvenes blancas. Lead Belly advertía sobre los peligros que se cernían sobre cualquier afrodescendiente allí, exhortando a sus hermanos y hermanas a mantenerse alerta.
El escritor afroestadounidense William Melvin Kelley, en su novela “Dem Dayz of Our Lives” (1973) describe a un personaje que se reconoce a sí mismo como “woke” en el sentido de estar despierto frente a las injusticias y desigualdades que enfrentan las personas negras en los Estados Unidos. Otros escritores y artistas negros de la época también contribuyeron a la popularización del término “woke” como un concepto que denota conciencia social y política sobre las desigualdades raciales a las que se enfrenta la comunidad negra.
En 2008, la artista afroestadounidense Erykah Badu trajo el término a la actualidad con su canción “Master teacher” y, al poco tiempo, con la irrupción del movimiento Black Lives Matter en 2013 a partir del asesinato de Trayvon Martin, “woke” siguió expandiéndose en el discurso político y cultural.
Dime quiénes se oponen y te diré de qué lado estoy
El uso masivo y superficial del término en redes sociales ha llevado a que en nuestro país se desconozca su origen, su verdadero significado y su evolución. Lo hemos conocido más como un concepto vacío, muchas veces usado para señalar una supuesta virtud o superioridad moral, incluso como una herramienta para la cancelación y la censura que pudo haber sido inventado en Palermo Soho por un twittero pseudo progre en lugar de reflejar una tradición artística de protesta, de una causa justa y urgente como la opresión del pueblo afroestadounidense y de un movimiento que fue creciendo, sembrando conciencia y compromiso con la justicia social, más allá de sus fronteras originales.
En Estados Unidos, sus principales detractores son los sectores más conservadores de la sociedad. El término “woke” ha sido objeto de críticas en el discurso político y cultural conservador, especialmente en los últimos años, a medida que ha ganado más popularidad y uso. Los republicanos Donald Trump y Ron DeSantis, por ejemplo, han basado sus campañas electorales en torno a la “guerra contra los progres woke”. DeSantis, de hecho, también ha basado en eso gran parte de su gestión como gobernador del estado de la Florida. El rechazo a la “ideología woke”, como la llaman, se basa en que no creen que existan desigualdades e injusticias sistémicas en la sociedad estadounidense que se deban subsanar. Por ende no existe el racismo, ni el heterosexismo, ni el machismo, ni la opresión de clase, ni el colonialismo ni ningún ismo que haya distribuido ventajas y desventajas a diferentes grupos sociales a través del tiempo y que explique las desigualdades del presente. No hay que enseñar sobre opresión, ni identidad, ni raza, ni género, ni derechos LGTBQ+, ni nada. Así, han convertido a “woke” en una chicana, en un insulto político.
Qué dijo Elon Musk
La entrevista brindada por Elon Musk echa nueva luz sobre “woke” para los argentinos que no sabíamos mucho del tema. El magnate se sentó con Jordan Peterson (psicólogo ultraconsevador y odiador serial) a denunciar que “woke” es un virus que afecta la mente, y que hay que temerle porque es un virus que mata. Según él, ha “matado” a su hijo. Si el dueño de Starlink, X y Tesla se opone, tanto como para salir a hacer propaganda de manera personal, difícilmente sea una pavada superficial…
Es sabido que el presidente Javier Milei es un gran admirador de Musk, así como de todos los multimillonarios que militan en contra de los controles del Estado y, según él, son benefactores sociales a través de cuyas fortunas se ha traído prosperidad al mundo. Pero la conexión es más profunda aún. Milei como Peterson y Musk toman conceptos, causas y valores, los tergiversan, los vacían y/o los secuestran. Así como manosean el concepto libertad (libertad de hambrear, de saquear recursos, de explotar), de igual manera atacan la idea de justicia social. Para ellos, la justicia social, la redistribución del ingreso, es injusta porque va en contra del mérito.
La derecha, la ultraderecha, los neoliberales, los libertarios, los conservadores, tienen algo en común: el foco en el individuo y las acciones individuales hace que las estructuras sistémicas y los problemas producidos socialmente queden soslayados, la historia desestimada, todo sería cuestión de mérito. Angela Davis lo explica en el caso del racismo: “La incapacidad de reconocer la persistencia de racismos al interior de las instituciones y demás estructuras sociales resulta en la atribución de responsabilidad de los efectos del racismo a los individuos que son sus víctimas.” De esta forma se desarma cualquier posibilidad de lucha colectiva por la emancipación, no hay injusticias, no hay de qué emanciparse, no hay nada de qué estar “alerta” más que de nuestras elecciones individuales.