Sunday, December 22

Cómo sucedió el fracaso libertario de cancelar la canción de Lali “No me Importa”

Por: Mariano Quiroga

Todo empezó con un simple tuit de Spotify Argentina:

“Lali, madre de todxs lxs argentixs”.

Un mensaje breve, directo, en lenguaje inclusivo, que parecía una celebración inofensiva de la artista. Pero que en el ecosistema de las redes sociales se convierte en la chispa para incendiar debates. Militantes de La Libertad Avanza (LLA) no tardaron en reaccionar, viendo en esas palabras una provocación política. No solo a favor del lenguaje inclusivo, sino también de Lali Espósito, una figura que ya habia sido atacada por ese espacio y por el mismo presidente de la nación 

Pero la estrategia no salió como esperaban. En lugar de apagar la voz de Lali, terminó amplificándola. Su última canción, No me importa, explotó en popularidad, alcanzando los primeros puestos en Spotify y convirtiéndose en tendencia en redes.

En el mundo digital, las paradojas son la norma. Este caso lo dejó más claro que nunca: cuanto más intentás silenciar algo, más fuerte suena.

El inicio de la tormenta

Lali no es una artista cualquiera con una amplia carrera que pasó de las ficciones televisivas a los escenarios más grandes del mundo, su influencia trascendio la música para convertirse en un icono cultural. Eso le dio el poder de convertirse en una voz activa en debates sobre derechos humanos, igualdad de género y diversidad. Esa postura le valió tantos seguidores como detractores.

Su enfrentamiento con los sectores libertarios no es nuevo. Meses antes de este episodio, Lali lanzó Fanático, una canción que realiza una fuerte crítica al presidente Javier Milei y a la obsesion que tiene por Lali a quien apodo como “Lali Deposito”. Vale mencionar que aunque la artista nunca mencionó su nombre, las referencias en el tema son mas que claras. Por eso Milei y sus seguidores reaccionaron rápido, atacándola públicamente y reforzando la idea de que Lali es una figura incómoda para el espacio libertario.

Por eso, cuando Spotify Argentina celebró a Lali con ese tuit, no hizo falta mucho para que los ataques se activaran nuevamente. Usaron el lenguaje inclusivo como excusa, pero el ataque iba dirigido a ella. El mensaje de Spotify fue interpretado como un gesto político, y los militantes de LLA empezaron a organizarse para boicotear la plataforma.

Cómo se organiza un boicot en redes

Los boicots contra artistas populares no son lo que eran antes. Atrás quedaron los días en los que protestar implicaba reunir firmas, convocar marchas y poner el cuerpo en el territorio. Hoy, todo empieza en las redes. En este caso, los militantes libertarios usaron plataformas como X (antes Twitter) y Telegram para coordinarse.

En pocos minutos, aparecieron llamados a cancelar suscripciones de Spotify, cambiarse a servicios como YouTube Music, y hasta dejar reseñas negativas en las tiendas de aplicaciones. Los mensajes circulaban con hashtags diseñados para hacerse tendencia, y con el tono de indignación. La consigna era clara: castigar a Spotify por “militar” políticamente a favor de Lali.

Pero las redes tienen sus propias reglas. La viralidad funciona como un boomerang. Cuanto más ruido generás, más atención atraés, incluso de quienes no estaban interesados en el tema. Así fue como el boicot empezó a perder el control.

La respuesta de los fans: amor vs. odio

Mientras los militantes libertarios intentaban apagar la voz de Lali, sus fans reaccionaron con una fuerza inesperada. En vez de ignorar el ataque, lo usaron como motivación. En cuestión de horas, muchisimos usuarios de las principales plataformas empezaron a reproducir No me importa, llevándola a lo más alto de los rankings. Otros usaron las mismas redes para contrarrestar el discurso de odio, inundando las plataformas con mensajes de apoyo y hashtags positivos.

Lo que pasó no fue casualidad. Lali tiene algo que sus detractores no: una comunidad fiel, construida con el tiempo y basada en valores compartidos. Sus fans no solo la ven como una cantante o actriz, sino como alguien que los representa, que habla por ellos. Esa conexión emocional es mucho más fuerte que cualquier consigna política.

Las redes sociales, además, juegan un papel clave en este vínculo. Lali interactúa constantemente con su público en Instagram, TikTok y Twitter. Comparte su vida, sus pensamientos y sus valores, creando una relación que va más allá de lo superficial. Sus seguidores no son solo espectadores, son parte de su historia. Y en este caso, demostraron que están dispuestos a defenderla con todo.

Por qué el boicot falló

El fracaso del boicot de LLA no fue solo una cuestión de estrategia. Fue el resultado de dos formas muy distintas de organizarse. Por un lado, los militantes libertarios actuaron desde la bronca, con una campaña basada en la confrontación. Por el otro, los fans de Lali respondieron con amor y apoyo, motivados por una conexión real con la artista.

Las comunidades basadas en afinidades positivas suelen ser más fuertes que las impulsadas por el odio. En el caso de los fans de Lali, la relación con su ídola les da un sentido de pertenencia y los motiva a actuar en momentos clave. En cambio, los militantes libertarios se encontraron con que su estrategia generó más rechazo que apoyo, incluso entre quienes no son seguidores de Lali.

Además, las redes sociales tienen una lógica que muchas veces contradice los objetivos de los boicots. Los algoritmos priorizan lo que genera interacción, sin importar si es positivo o negativo. Esto significa que, al intentar silenciar algo, los detractores terminan amplificándolo. Y eso fue exactamente lo que pasó con No me importa.

Lecciones de un caso viral

Este episodio deja varias enseñanzas sobre cómo funcionan las redes sociales y el poder de los artistas en el mundo actual.

Primero, demuestra que los artistas ya no son solo músicos o actores. Son figuras culturales que participan activamente en debates sociales y políticos. En el caso de Lali, su postura sobre temas como la igualdad de género y el lenguaje inclusivo la convirtió en una voz importante, pero también en un blanco de ataques.

Segundo, expone las contradicciones de las redes sociales. En un ecosistema digital donde todo puede viralizarse, intentar callar algo muchas veces solo logra amplificarlo. Los algoritmos no hacen distinciones morales: priorizan lo que genera interacción, ya sea amor u odio.

Finalmente, resalta la importancia de las comunidades positivas. Los fans de Lali no solo la escuchan, sino que comparten sus valores y se sienten parte de su historia. Esa conexión, que se construye con autenticidad y tiempo, es mucho más poderosa que cualquier campaña de boicot.

Un final inesperado

Al final, el intento de boicot terminó siendo una victoria para Lali. No me importa no solo escaló en las listas de popularidad, sino que reforzó su lugar como una de las figuras más influyentes del país. En un mundo hiperconectado, donde cada acción se analiza y se viraliza, la clave está en mantenerse fiel al propio mensaje.

Y eso es lo que Lali hizo. Con autenticidad, compromiso y una comunidad que la banca, transformó un ataque en una oportunidad para brillar aún más. El boicot no fue el que ellos esperaban. Fue un grito de apoyo a una artista que no tiene miedo de alzar la voz, incluso cuando el ruido intenta ahogarla.

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