Muchos especialistas consideran a Chat GPT y DALL-E como tecnologías revolucionarias que pueden destruir el imperio de Google. Es por eso que, siendo fiel al compromiso que asumí de contarte cómo viene la mano en cuestiones tecnológicas, decidí ir un poquito más allá metiéndome de lleno en un análisis político y social Inteligencia Artificial, principalmente sobre Chat GPT, la gran criatura de Open AI
Por: Mariano Quiroga
Hace algunos meses que Chat GPT está entre nosotros y lo que ha generado no tiene precedentes. En muy poco tiempo, superó los 100 millones de usuarios, algo que a Twitter le costó 5 años y a Instagram 2 años y medio. Esta herramienta vino a romper todo lo establecido, vino a modificar nuestra zona de confort. Nunca antes había ocurrido que la sociedad se dividiera de esta manera: por un lado, los que abrazan la innovación y piensan cómo incluirla en sus rutinas, y por el otro, los que buscan en la prohibición una manera de frenar algo que avanza a paso firme
Desde la década del 60 venimos interactuando con la Inteligencia Artificial. Esta herramienta está instalada en nuestra vida en cuestiones muy cotidianas de nuestro día a día, como por ejemplo, cuando interactúas con un chatbot que simula ser una persona que te da una serie de respuestas preestablecidas. Seguramente, más de una vez no te sirvieron para nada y terminaste puteando al sistema, pidiendo a grito pelado que te atendiera un ser humano. La IA es utilizada por muchas empresas o instituciones que ven en ella una solución ante una gran demanda de interacción. La automatización facilita el trabajo repetitivo y agobiante de atender a mucha gente.
La diferencia que hay entre esos chatbot super limitados y el Chat GPT es que este último no tiene límites ante lo que le podemos pedir. Ya no estamos interactuando con una máquina que pide nuestros datos y nos saca un turno, ahora tenemos en nuestras manos una tecnología capaz de resolver todo lo que le solicitamos en apenas unos segundos. Esto es posible gracias a que Open AI, la empresa detrás de este chiche, estuvo durante muchos años cargando una gran cantidad de información disponible en internet. Aquí viene un punto importante que no debemos pasar por alto, todo el contenido que nos brinda Chat GPT está basado en lo que venimos produciendo en la red desde hace mucho tiempo.
Actualmente, estamos usando la cuarta versión del Chat GPT. Anteriormente, estuvimos usando la 3.5 y en enero del año pasado, la empresa Open AI había lanzado masivamente su primer modelo, al que habían bautizado como Instruc GPT, una versión que dejaba mucho que desear por la gran cantidad de errores que cometía al momento de elaborar una respuesta. El ejemplo más cabal de los datos erróneos que manejaba fue cuando, en el lanzamiento de su sucesora, la expuso a que le contara al público cómo había sido la llegada de Cristóbal Colón a Estados Unidos en el año 2015. Sin titubear y con mucha convicción , Instruc GPT dio una lección de historia de algo que nunca había ocurrido.
Esta versión actualizada maneja un nivel muy avanzado de respuestas que llegan a asemejarse de manera increíble a lo que podría responder un ser humano. Estamos vinculándonos con IA generativas que no tienen nada que ver con los chatbots con respuestas preestablecidas que veníamos usando. Como nunca antes en la historia de la humanidad, estamos viendo tecnologías que nos despertaron el temor de ser fácilmente reemplazados, algo que solo vimos en novelas y series distópicas. Hoy, eso que parecía tan lejano, llegó a nuestra vida cotidiana y es todo un palo, ya lo ves.
No sabemos muy bien de qué se trata, tenemos sentimientos contradictorios. Por un lado, nos llena de miedo porque no tenemos idea de cómo enfrentarnos ante lo desconocido, pero también nos invade una sensación de libertad, ya que esta tecnología supuestamente viene a liberarnos de tareas tediosas. En teoría, nos va a facilitar la vida, una idea que es muy común que suceda cuando se dan estos avances tecnológicos emergentes. En este tipo de cuestiones, siempre trato de transitar la ancha avenida del medio, ni muy muy, ni tan tan, o como decía el general, todo en su justa medida y armoniosamente.
Lo que debemos hacer es esperar a que baje la espuma de lo novedoso para luego comenzar a observar quiénes están detrás de todos estos espejitos de colores que vienen empaquetados desde Silicon Valley. Ya sabemos que todas las tecnologías tienen dueños que defienden intereses y que están muy lejos de la famosa neutralidad de la red. Conocemos al detalle cómo funciona el modelo de negocio, también sabemos cuál es el producto cuando el servicio es gratis. Es por eso que quiero mostrarte al detalle cada una de las partes de esta maquinaria.
Para que cada vez que te sientas frente a este chatbot “tan maravilloso” manejado por Open AI, seas consciente de lo que se pone en juego.
Las primeras declaraciones de los dueños de Open AI coincidieron con el sueño que tienen en sus comienzos la mayoría de las empresas vinculadas al mundo de la tecnología, tratar de aportar algo mejorado para la humanidad, buscando construir una startup sin fines de lucro y de código abierto que sea de fácil acceso. En sus orígenes, estos emprendedores incipientes no buscaban encabezar la lista Forbes, sino todo lo contrario. Hasta ahí todo muy lindo, pero en 2015 comenzaron a aparecer los primeros millones provenientes de Microsoft y de los fondos de inversión que empezaban a percibir el potencial que se escondía detrás de la IA generativa. La idea sonaba demasiado ambiciosa, una vez que se tomó la decisión de construir una sección privada que pudiera competir con Google, la llegada de los capitales de riesgo se incrementó con se notablemente y junto con ese capital también empezaron a aparecer figuras conocidas en el mundo de la tecnología como Elon Musk y Peter Tell conocidos como la Mafia de PayPal
Las inyecciones de dinero aceleraron lo que se venía haciendo. Este incremento de producción visibilizó el poder lucrativo que tenía este producto tan potente y comenzaron a notar lo beneficioso que podía resultar a grandes empresas como Coca Cola, con quienes empezaron a vincularse para acelerar los procesos de producción. La noticia de lo que se estaba gestando llegó a oídos de Google, que ni lerdo ni perezoso también se puso manos a la obra para experimentar con IAG. De esta manera, la carrera por ser el dueño del mercado ya estaba declarada. Para hacerla aún más intensiva, Open AI decidió ser mucho más rápido en su camino a la meta y abrió el juego al hacerla pública. De esta manera, generaba que mediante la interacción masiva el Chat GPT hiciera aún más sofisticadas las respuestas que nos brindaba.
Sam Altman no hizo otra cosa que aplicar la filosofía favorita del mundo Silicon Valley: “muévete rápido y rompe cosas”. Con este mantra aplicado a todo ritmo, la carrera se presentaba de una manera desenfrenada sobre la población mundial, que aún no percibía ni percibe los daños colaterales de semejante innovación. En el punto más álgido de esta competencia, cuando Open AI presentaba Chat GPT 4 y se corría el rumor de que ya estaban trabajando en la quinta versión, más de mil intelectuales, entre los que se encontraban Elon Musk, Steve Wosniak y Tristan Harris, publicaron una carta abierta pidiendo que se frenara por 6 meses todo desarrollo de cualquier tipo de inteligencia artificial. Entre otras palabras, la carta decía: “Los sistemas de inteligencia artificial deben desarrollarse una vez que estemos seguros de que la misma tendrá efectos positivos y riesgos manejables para la humanidad”.
Lejos de contradecir esa carta, Sam Altman recogió el guante y admitió que las cosas podrían salirse de control si no se tomaban medidas regulatorias sobre Chat GPT: “El impacto que tendrá Chat GPT dependerá en gran medida del control que ejerzamos los humanos”. Lo que hizo Altman con este gesto fue reconocer algo que a Mark Zuckerberg le llevó 15 años admitir. Si las plataformas no son reguladas, pueden ocasionar un gran daño sobre la vida social y democrática de los países. Es aquí donde comienzan a tomar protagonismo el poder político tomando medidas regulatorias, como sucedió en Italia, donde se prohibió el uso de Chat GPT porque violaba la ley de datos personales.
Son demasiado grandes los intereses que hay en juego; la preocupación de los que firman la carta también puede leerse como un gran temor a quedarse afuera del negocio más importante de los últimos tiempos. Microsoft puso de entrada 10 mil millones de dólares para asegurarse la exclusividad, al igual que hizo en su momento cuando compró LinkedIn por 26 mil millones de dólares. Jugadas estratégicas para seguir construyendo el principal objetivo que tiene la empresa, ser la dueña de todo lo relacionado con la tecnología laboral. Vale mencionar que una de las principales preocupaciones que despierta el desarrollo de estas herramientas está relacionada con el impacto sobre las tareas automatizables.
Otro punto a tener en cuenta cuando se analiza todo este entretejido es el fuerte poder que ejercen los medios de comunicación sobre la subjetividad de las personas a la hora de comunicar las innovaciones tecnológicas. Siempre garpa hablar de tecnología, es un tema que genera un impacto directo sobre las audiencias. Los titulares alarmistas sobre el futuro y la incertidumbre que genera lo desconocido son un buen anzuelo para conseguir lectores, si bien la IA está modificando muchas estructuras dentro de la sociedad. Es importante mencionar que la palabra “revolución” es aún muy prematura para utilizarla con un servicio que apenas tiene algunos meses entre nosotros. Sin ir más lejos, el año pasado se hablaba más del Metaverso o de los NFT que de IA.
Este tema también penetró en el ambiente académico, no solo desde el punto de vista de cómo será el programa de estudio de aquí en adelante, sino también desde el trabajo de campo. Muchas universidades del mundo están observando atentamente los impactos que puede producir la Inteligencia Artificial. La misma empresa Open AI llevó adelante un estudio en conjunto con la universidad de Pensilvania con el fin de poder predecir cómo el Chat GPT podría afectar a la fuerza laboral en los próximos años. Los números de los primeros estudios son preocupantes, casi todos coinciden en que alrededor de 300 millones de personas se verían desplazadas de sus puestos de trabajo, esto va desde aquellos que ya venían haciendo trabajos repetitivos y fáciles de automatizar hasta profesiones como abogados, traductores y periodistas.
El aumento de la precarización laboral es uno de los puntos más preocupantes. Sin ir más lejos, la empresa Open AI fue noticia en varios portales cuando se dio a conocer que había subcontratado moderadores keniatas por el módico precio de dos dólares la hora. Los empleados, pertenecientes a una firma tercerizada, trabajaban en turnos de 8 horas diarias supervisando el contenido con el cual se alimenta Chat GPT. La preocupación de organismos de Derechos Humanos radicaba no solo en la explotación laboral, sino también en el daño psicológico al que estaban siendo expuestos estos trabajadores que debían bucear en las cloacas de Internet.
Open AI no está ajena a una de las principales críticas que reciben el resto de las plataformas sobre el almacenamiento de los datos personales de sus usuarios. En Italia, la empresa fue suspendida por 20 días por la filtración de información de sus usuarios premium. Esto evidenció que la empresa estaba recopilando datos de manera ilegal. Por esta causa, la empresa podría recibir una multa de 20 millones de euros. De esta manera, se sentaría un precedente que podría llegar a aplicarse en el resto de los países.
El poder político de América Latina, por ahora, ha demostrado en algunos casos estar más cerca de ser usuarios que de mostrar signos de regulación. El expresidente de Argentina, Mauricio Macri, dio un discurso en el cual un fragmento del mismo fue realizado por Chat GPT. Un juez de Cartagena utilizó Chat GPT para redactar una sentencia, y en Chile, los candidatos a ocupar la Corte Suprema incluyeron en sus disposiciones la posibilidad de incluir Inteligencia Artificial a la hora de redactar decisiones judiciales. Todos estos casos demuestran que el poder político deberá hacer el equilibrio entre la incorporación de todas estas tecnologías y la regulación de las mismas para que no se descontrolen.
América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. El surgimiento de estas herramientas pronostica un incremento notable en la cantidad de desempleados. Este tema no deja de ser algo por lo cual, mínimamente, aquellos que tengan la capacidad de incidir en la vida política de la región, al menos deberán considerar hasta dónde podrá avanzar la Inteligencia Artificial. No es una excepción a la regla cuando se habla de regular a las plataformas tecnológicas. Nuestro continente tiene esta tarea pendiente desde hace mucho tiempo.
El ex relator de la ONU, Philip Alston, fue muy determinante al referirse a la necesidad de regular a las plataformas tecnológicas. “Si no nos ocupamos de estas tecnologías, pueden agravar la desigualdad, porque las decisiones automatizadas pueden automatizarse para dejar más gente afuera”. La automatización no contempla el factor humano, que es el gran diferencial que nos separa de estas herramientas. Es prioritario que esto se defienda y se haga respetar con leyes para que no caiga en manos de la IA la posibilidad de ser elegido para ejercer un puesto laboral o recibir un crédito bancario, situaciones que ya están ocurriendo a nivel global y que podrían incrementarse en los años venideros.
Es importante que la última decisión la sigamos teniendo los seres humanos. Por ahora, las máquinas carecen de empatía, algo crucial para poder seguir avanzando como sociedad hacia un mundo más pleno. Estas máquinas se alimentan de nuestros sesgos y están programadas por hombres blancos del Norte que no entienden lo que implica vivir en América Latina, un continente que aún sigue sangrando por sus venas abiertas debido al avance del capitalismo por todo su vasto territorio. Por lo tanto, es bueno tenerlas como asistentes en tareas cotidianas e incluso pueden servirle al poder político como ayuda a la hora de legislar. Pero otra vez, parafraseando al general, creo que la tecnología es buena, pero si se la controla, es mejor.
Sin duda, Chat GPT es buena para algunas tareas. De hecho, me ayuda bastante a preparar las notas de Multiviral. En lo personal, festejo la aparición de esta herramienta innovadora, pero el nombre de este portal es en homenaje a un tema de Calle 13 que cuenta con la participación estelar de Julian Assange, un mártir que nos ayudó a despabilarnos del sueño de la neutralidad de la red. Porque si hay algo que ya tenemos de sobra aprendido es que la IA, al igual que internet, son piezas dentro de un escenario tecnológico que está en disputa entre las principales potencias globales.
La IA seguirá repitiendo los mandatos hegemónicos que contiene el mundo machista, racista y clasista en el que vivimos. Si se toma como verdad revelada los resultados que nos arrojan estas máquinas, si no se cuestiona la reproducción de sentido que nos ofrece, entonces lejos de mejorar como sociedad, estaremos retrocediendo en muchos campos donde hasta el momento venimos avanzando gracias a la lucha que vienen llevando adelante las minorías que vienen peleando por vivir en un mundo más justo e igualitario.
Para adoptar estas herramientas e incorporarlas en nuestra vida cotidiana, debemos hacer un trabajo colectivo de apropiación de las mismas. Además, el poder político deberá tomar medidas fuertes de regulación sobre las empresas que desarrollan y utilizan la Inteligencia Artificial, para garantizar que se utilice de manera ética y responsable. Solo así podremos disfrutar de los avances tecnológicos sin poner en peligro nuestra privacidad, derechos y valores fundamentales. La IA ya se ha vuelto pública y las empresas están invirtiendo en ella cada vez más, pero todavía es posible controlar su despliegue y evitar que se convierta en una fuerza de opresión. Así como en 1989 la World Wide Web se popularizó, hoy le toca el turno a la Inteligencia Artificial de tomar protagonismo en nuestra vida diaria. Debemos aprender de nuestra experiencia previa con la tecnología para utilizarla como una aliada en nuestro desarrollo personal y profesional.
NOTAS RELACIONADAS