Un repaso a lo que está ocurriendo entre los medios de nueva generación
Fuente: Mauricio Cabrera
Vendrán tiempos mejores para la industria.
Estoy cada vez más convencido.
Lo estoy porque esta vez no existe más alternativa que aceptar que se necesitan acciones distintas para conseguir resultados diferentes.
Durante años la industria de los medios ha sido incapaz de alinear el modelo de negocio al propósito que se supone que deberían defender.
Incluso en muchos de los más reconocidos eventos periodísticos se terminó aplaudiendo a quien concentraba las aportaciones de su medio en una astucia algorítmica para destacar en buscadores.
Platicaba el otro día que para mí aquello es como si la Academia entregara el Óscar a la película más taquillera aunque en estricto sentido fuera un melodrama de poca monta.
La industria ha hecho exactamente eso desde que se vio forzada a activar el modo supervivencia ante las grandes plataformas sociales.
Se concentró en aplaudir el hack al sistema.
En admirar al que hiciera más con menos.
Pero no en términos de eficiencia periodística, en términos de eficiencia algorítmica.
Y bajo esa narrativa se normalizó que las mentes más pensantes de la industria tuvieran que enfocarse en obtener un master en clickbait.
En mandar los canales y los horarios de transmisión de un partido hasta abajo para antes poder mostrar anuncios.
En generar la misma información que todos pero aspirando a que los fierros digitales los posicionaran por arriba del resto.
Por fortuna eso está cambiando.
Lo he ido mencionando cada que un buen caso se cruza por el camino.
Como lo está haciendo Semafor con Ben y Justin Smith.
Como lo está haciendo Defector con sus más de 40 mil suscriptores pagos.
Como a su manera lo hizo The Athletic para terminar adquirido por el New York Times.
En todos los casos existe un camino contrario al que los medios han seguido hasta entonces.
Hay un foco en la formación de un hábito.
En la calidad del contenido.
En la construcción de comunidad.
En el trabajo a profundidad.
En descartar aquello de que la gente ya no lee.
La gente, como siempre ha ocurrido, lee cuando algo la atrapa.
Cuando algo la entretiene.
Cuando en ese texto están las palabras que deben estar.
Sin rellenos de por medio.
Sin caracteres añadidos sólo por encajar en lo que se supone que quiere el algoritmo.
En todos estos casos, e incluso en el New York Times pese a la escala con que cuenta, se da un indició común.
Una señal de lo que está ocurriendo.
Cada medio se está convirtiendo en una red social.
Cada creador también.
Se viene la era de las publicaciones como redes sociales.
Lo anticipé en un envío relacionado a los centros de reunión e interés que deberían atender los medios.
Lo explica Kyle Chayka en un análisis que comparto a continuación
Kyle Chayka acierta cuando habla de los medios como redes sociales.
Aunque quizás yo hablaría más de redes comunitarias.
Por la cercanía que ha de promoverse.
Y por el estima que existe detrás de las redes sociales.
Ese que en cierto sentido también refiere a las características de los medios en años de algoritmos.
Ese de hacer todo con tal de tener alcance.
Ese de buscar números antes que personas.
Pero más allá del debate terminológico, Kyle visualiza con precisión las teclas que deberán apretar los medios en los nuevos tiempos.
Habla de lo dicho, de los medios como social networks.
Destaca la naturaleza comunitaria de Reddit.
Esa que acompaña la participación abierta con la jerarquización reputacional.
Habla de la intimidad que se genera en las conversaciones de Discord.
De esa audiencia que se hace comunidad.
Complemento, porque ya se sabe que me gusta aportar, con el periodismo directo.
Ese que va de mensajería personal.
Cita entonces a esos nuevos medios que mencioné líneas arriba.
Anticipa que serán pequeños New York Times y Bloombergs con el paso del tiempo.
Advierte, con acierto, que para que eso ocurra tendrán que sobrevivir.
Menciona los podcasts y los streams como las formas más recientes en que un usuario puede sentirse atendido, valorado y cercano.
Habla de cómo ambos tienen un enorme potencial para derivar en suscripciones y en la oportunidad de organizar eventos.
Dice verdades que tendrían que encajar como si de un sismo se tratara en las redacciones.
Asegura que un newsletter o podcast cuando es firmado por una marca personal puede generar el 80% del sentimiento de lealtad que toda la oferta de suscripción del New York Times.
Coincido con él.
Por eso he dicho que el newsletter ha de ser visto como ese producto mínimo viable de los medios.
Que el periódico está de regreso en forma de newsletter.
Las señales son alentadoras.
El camino para los medios está claro.
Y no luce, en realidad, tan complicado.
El problema es que con lo buenos medios pasa lo que con el buen futbol.
Hacer lo más simple resulta demasiado complejo.
Sobre todo cuando falta presupuesto.
Cuando la soga está en el cuello.
Cuando se tiene una estructura anclada en un modelo de negocio incorrecto.
Y cuando en el fondo hace tiempo que la industria dejó de ver a los medios como personas para verlos como números.
Kyle Chayka cierra con ese mensaje.
Se ve muy fácil.
Será muy difícil conseguirlo.