Este año, al conmemorar el 110º aniversario del nacimiento de Julio Cortázar (1914-1984), su cuento “Casa tomada” cobra una relevancia sorprendente como metáfora del surgimiento y expansión de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestra sociedad actual.
Por: Mariano Quiroga
Publicado originalmente en 1946, este relato narra cómo dos hermanos experimentan la ocupación gradual de su casa ancestral por una presencia misteriosa. La narrativa de Cortázar, considerada vanguardista en su época, ofrece hoy una asombrosa analogía con el avance de la IA en nuestro mundo.
El cuento comienza así: “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (…) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.” Esta descripción inicial evoca un mundo familiar y controlado, similar a nuestra sociedad antes de la revolución de la IA.
Sin embargo, la tranquilidad se ve perturbada: “Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación.”
Este momento marca el inicio de la “invasión”, comparable a los primeros indicios del impacto de la IA en nuestras vidas. Al igual que la fuerza invisible que invade la casa, la IA se ha infiltrado gradualmente en diversos aspectos de nuestra cotidianidad, desde nuestros teléfonos hasta nuestros trabajos.
La reacción de los hermanos es particularmente reveladora: “Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro. (…) -Han tomado esta parte- dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.”
Esta aceptación pasiva de la situación cambiante refleja cómo muchos de nosotros hemos aceptado la creciente presencia de la IA sin cuestionarla profundamente. La pérdida gradual de espacios en la casa puede compararse con la forma en que ciertas habilidades y trabajos humanos son “ocupados” por sistemas de IA cada vez más avanzados.
A medida que avanza el relato, los hermanos se ven obligados a adaptarse a un espacio cada vez más reducido: “Ahora no nos quedaba más que la parte delantera, el living y un dormitorio. (…) Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse.”
Esta adaptación forzada refleja cómo nuestra sociedad se ajusta continuamente a un mundo donde la IA asume roles cada vez más prominentes, dejándonos en espacios “habitables” cada vez más limitados en términos de autonomía y control.
El desenlace del cuento es particularmente inquietante: “Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.”
Este final abierto evoca la incertidumbre que enfrentamos sobre un futuro cada vez más dominado por la IA. ¿Estamos, como sociedad, cediendo demasiado control? ¿Cómo podemos adaptarnos sin perder nuestra esencia humana?
En el 110º aniversario del nacimiento de Cortázar, “Casa tomada” nos recuerda que, frente a cambios aparentemente inevitables, debemos mantener una postura crítica y activa. La analogía nos desafía a no ser meros espectadores pasivos, sino participantes conscientes en la forma en que la IA se integra en nuestras vidas.
En un mundo donde la línea entre lo humano y lo artificial se desdibuja cada vez más, la visión profética de Cortázar nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en esta nueva “casa” compartida con la inteligencia artificial, y a considerar cuidadosamente qué partes de nuestra “casa” estamos dispuestos a ceder y cuáles debemos preservar a toda costa.