- Las startups de inteligencia artificial están atrayendo rondas de financiación con mucha celeridad, una situación que contrasta con la atonía general del mercado.
- Los inversores quieren entrar en empresas de IA, pero se enfrentan a una sobrevaloración de estas compañías.
Por: Bussines Insider
En febrero, Glean anunció una ronda de financiación de 200 millones de dólares (unos 179 millones de euros) que valoraba la startup de software empresarial de inteligencia artificial (IA) en 2.200 millones de dólares (1.970 millones de euros). Después de un cierre así, lo normal sería que el fundador dejara de buscar financiación, pero no son tiempos convencionales.
Glean tiene un crecimiento meteórico de sus ingresos y eso atrae a cualquier fondo de capital riesgo. Casi de la noche a la mañana, la bandeja de entrada del fundador, Arvind Jain, se llenó de correos de otros inversores, hambrientos por un trozo de este unicornio.
“Seguíamos diciendo a la gente que habíamos levantado mucho capital y que estábamos bien”, asegura. “Pero seguían llegando y llegó un punto en el que dijimos: ‘Vale, bien, vamos a pensar si esto tiene sentido para nosotros“, detalla.
Este mes, Glean ha conseguido otros 260 millones de dólares (unos 232 millones de euros) de inversores como Altimeter Capital y DST Global, en un acuerdo que dobla su valoración a 4.600 millones de dólares (unos 4.100 millones de euros).
La operación es la última de una serie de vertiginosas rondas de financiación consecutivas, con valoraciones cada vez más altas para un puñado de startups de IA que contrastan fuertemente con el estancamiento del mercado general de startups.
“La velocidad de financiación para las startups punteras de IA es extremadamente rápida ahora mismo, con algunas levantando amplias rondas en los últimos meses”, explica el fundador y socio de Alpha Partners, Steve Brotman. “Esto refleja la gigante emoción de los inversores y el miedo a quedarse fuera de la IA, pero esto también crea el riesgo de unas valoraciones infladas y expectativas irreales“, agrega.
La compañía de búsqueda Perplexity se aseguró 62,7 millones de dólares (unos 56 millones de euros) en fondos en abril, apenas cuatro meses después de haber levantado 73,6 millones de dólares (unos 66 millones de euros) en rondas de Serie B. Y puede que no haya terminado todavía. En junio, Bloomberg informó de que estaba en conversaciones con SoftBank para invertir 3.000 millones de dólares (cerca de 2.700 millones de euros). Desde Perplexity han preferido no hacer comentarios.
La compañía de semiconductores Groq ya está explorando otra ronda de financiación a una valoración sustancialmente más alta poco después de que cerrara 640 millones de dólares (unos 570 millones de euros) en una ronda de Serie D en agosto, según dos personas cercanas. Un portavoz de Groq declinó hacer comentarios.
Sakana AI, una empresa de investigación en IA, con sede en Tokio y fundada por ingenieros de Google en 2023, anunció este mes que había conseguido 100 millones de dólares (unos 89 millones de euros) en una ronda de Seria A, dirigida por New Enterprise Associates, Khosla Ventures y Lux Capital. A comienzos de año, Sakana levantó 30 millones de dólares (casi 27 millones de euros) en una ronda de capital semilla de Lux Capital. Slingshot AI, que ha construido un consejero de salud mental automatizado, también consiguió capital en rondas distintas con un mes de diferencia.
“Lo que ocurre después de estas rondas es que mucha gente no entra, por lo que puede haber 1.000 millones de dólares (unos 890 millones de euros) al margen que están listos para la siguiente ronda”, explica el cofundador de Parkway Venture Capital, Gregg Hill, que invirtió en Figure AI, una empresa de robótica valorada en 2.600 millones de dólares (unos 2.300 millones de euros). “Creo que esa es también una razón por la que algunas de estas rondas acabarán sucediendo más pronto que tarde”, vaticina.
Los que tienen y los que no tienen
El ritmo al que estas startups de IA están levantando nuevas rondas de capital ha creado una nueva dicotomía entre los fundadores tecnológicos. Al contrario que en el boom tecnológico que acabó 2020, donde las compañías desde criptomonedas hasta consumidores levantaron grandes rondas, el fervor esta vez está mucho más concentrado.
“Hay un escenario de los que tienen y no tienen ahora mismo.. Si eres una compañía de IA emergente, a pesar de no contar con mucho respaldo desde el punto de vista de los ingresos o de los usuarios, podrías conseguir valoraciones salvajemente maravillosas“, sostiene el socio de Menlo Ventures, Matt Murphy. “Al mismo tiempo, podrías ser una compañía de 50 millones de dólares, creciendo al 40%, y perder todo el interés porque no te dedicas a la IA“, añade.
A comienzos de año, Anthropic, que ha emergido como un competidor de OpenIA, cerró una ronda de financiación de 750 millones de dólares (671 millones de euros) de Menlo Ventures, culminando un año en el que recaudó la friolera de 7.300 millones de dólares (6.500 millones de euros).
Fue el mayor cheque de la historia de la empresa, y Murphy admite que le pareció “enorme”. No obstante, asegura que estaba justificado dada la trayectoria de la empresa. “Era una de esas empresas que yo situaría no en el 10%, sino en el 1% de crecimiento interanual”, afirma Murphy. “Era alucinante. Nunca había visto algo así. Así que se merecen una prima enorme”, sostiene.
La valoración de 18.000 millones de dólares (más de 16.000 millones de euros) de Anthropic también parecía razonable si se comparaba con los 86.000 millones de dólares (77.000 millones de euros) que OpenAI alcanzó más o menos al mismo tiempo en un acuerdo que permitía a algunos empleados vender acciones. Se dice que OpenAI busca ahora una valoración de 150.000 millones de dólares (unos 134.000 millones de euros).
“El factor de escasez es que sólo hay dos lugares en los que invertir si se quiere invertir en el corazón y el alma de los grandes modelos lingüísticos de esta ola, y uno de ellos tiene un precio de más de cien mil millones“, explica Murphy.
La presión de llegar a ser rentable
Incluso para las startups de IA, existe la presión de demostrar a los inversores que sus negocios no se fundirán su dinero, sino que, además, algún día, les harán ganarlo.
Según Jain, un exingeniero de Google y cofundador de Rubrik, algunas de estas startups que pudieron recaudar dinero a las primeras de cambio luchan ahora por averiguar cómo generar la cantidad de ingresos necesaria para rentabilizar la inversión. “No han podido superar la fase de prueba de concepto con sus clientes porque, en última instancia, no están aportando valor”, afirma.
Esto hace que los inversores presten una atención y una presión desmesuradas a las empresas con modelos de negocio que parecen funcionar. “De repente, entramos en un entorno en el que ahora hay un puñado de empresas de IA que están generando ingresos significativos, impulsando la participación significativa de los usuarios y añadiendo valor empresarial”, mantiene Jain, “y nosotros somos una de ellas”.
El presidente y socio de Sapphire Ventures, Jai Das, asegura que él y su compañero, Rajeev Dham, se fijaron en Glean durante la última ronda de financiación, pero no pudieron conseguir los votos para cerrar el acuerdo. Cuando Glean salió de nuevo a recaudar fondos, había superado con creces las previsiones de ventas que Das vio a principios de año.
En septiembre, Sapphire se unió a la ronda de Serie E de la empresa. “Glean no recaudó por una promesa. Glean recaudó por una ejecución real”, insiste Das.
Nuevos desafíos para fundadores y capital riesgo
Para los fundadores de empresas punteras en el campo de la inteligencia artificial, sin duda hay problemas peores que los ansiosos inversores de capital riesgo que aporrean la puerta intentando darte más dinero.
“Hay un dicho en el capital riesgo que dice que consigues el dinero cuando no lo necesitas”, apunta Hill. “Algunas de las mejores empresas que han surgido del capital riesgo, como Uber, siempre estaban recaudando dinero porque intentaban trastornar todo un sector”, añade.
Al mismo tiempo, los inversores advierten de que tener demasiado efectivo puede ser tan perjudicial como tener demasiado poco, especialmente cuando las empresas aún no han logrado una verdadera adecuación entre el producto y el mercado.
“Entiendo que para los fundadores pueda resultar tentador querer fortalecer su balance y durar diez años, pero a veces no es bueno durar diez años”, afirma Murphy. “Cada vez que sobrecapitalizas la empresa, creo que simplemente existe el riesgo de que la compañía se vuelva descuidada o dé las cosas por sentadas”, añade
Das, inversor de Glean, explica que nunca le quiere decir a un emprendedor que rechace el dinero porque es imposible saber si un cataclismo le espera a la vuelta de la esquina. El coronavirus, por ejemplo, congeló los fundos para las startups por unos meses. Sin embargo, avisa a los fundadores de que uno de los peligros de levantar demasiado dinero es gastarlo imprudentemente.
“Si eres una compañía de crecimiento rápido y la gente cree en lo que estás haciendo, es genial”, dice Das. “Creo que lo que ocurre es que la gente se vuelve complaciente cuando consigue mucho dinero y contrata personal sin prestar atención realmente. Hacen cosas que no son fundamentales para el negocio”, añade.
Incluso algunos fundadores están cansados de los riesgos de levantar rondas rápidas de financiación. La fundadora de una empresa emergente de software vertical ha comentado que necesitó cuatro meses y 76 reuniones para conseguir una ronda de financiación inicial para su empresa, que utiliza inteligencia artificial generativa, la pasada primavera. La empresaria pidió permanecer en el anonimato porque la ronda aún no se ha anunciado.
Cuando consiguió el dinero, se puso manos a la obra y fue entonces cuando empezaron a llegar los correos electrónicos en frío. Sin embargo, está siendo selectiva con las reuniones a las que acude. Le preocupa que si se presenta a un inversor que acaba rechazándola, su empresa quede marcada con una “letra escarlata”. “Todos hablan entre ellos”, reconoce sobre los inversores.
El frenesí de financiación también ha dificultado el trabajo de los inversores de capital riesgo y ha aumentado su presión para participar en las mejores operaciones sin pagar de más.
“Para el capital riesgo, este entorno requiere ser más proactivo y moverse rápidamente cuando se evalúan los acuerdos en IA“, dice Brotman, socio de Alpha. “Hay presión para tomar decisiones más rápidas y con menos diligencias. Esto también implica construir relaciones más fuertes con los fundadores al principio, antes de que las compañías comiencen a levantar fondos”, incide
Pero incluso si consiguen entrar en una compañía puntera, mantener su participación es más difícil que nunca.
“El capital riesgo se enfrenta cada vez con más frecuencia a peticiones de sus empresas de IA más prometedoras para continuar o duplicar sus inversiones”, afirma Iris Sun, inversora de 500 Global. “Esto a menudo conduce a la competencia por los derechos de prorrateo, con algunas empresas implementando disposiciones de pago por participación. No participar adecuadamente en estas rondas puede provocar una dilución significativa”, detalla.
Aun así, otros fondos de capital riesgo dicen que, en última instancia, su trabajo no ha cambiado. “Esto no es diferente de lo que he visto en el pasado en otros ciclos”, afirma Sri Chandrasekar, socio director de Point72 Private Investments. “Mi trabajo consiste en separar la exageración de la realidad”, subraya.